La cuestión de si estamos hechos para vivir en pareja es una cuestión recurrente en nuestra sociedad moderna. De hecho, parece que las relaciones románticas y el concepto de monogamia han evolucionado con el tiempo, empujando a más de una persona a cuestionar la naturaleza misma de estos vínculos emocionales. ¿Puede la ciencia responder objetivamente a esta pregunta? ¿Qué factores entran en juego en el éxito o el fracaso de una relación? Este artículo analiza estas nociones y le ayuda a comprender mejor los mecanismos subyacentes a las uniones.
Las bases biológicas del apego:
Desde un punto de vista biológico, el apego de los seres humanos entre sí puede analizarse como un activo importante para su supervivencia. En efecto, desde el principio de los tiempos, nuestros antepasados comprendieron que para alimentarse, protegerse de los depredadores, curarse o incluso transmitir su herencia genética, debían unirnos y colaborar con otros individuos.
El investigador británico John Bowlby propuso así su teoría del apego según la cual el niño busca activamente la proximidad y el apoyo de las personas (generalmente, sus padres) que le proporcionan seguridad y protección. Esta tendencia a querer crear vínculos duraderos con los demás sería, por tanto, un comportamiento presente desde muy pequeños.
Las hormonas del amor
Desde un punto de vista neurobiológico, varios hormonas han sido identificados como involucrados en el proceso de apego y amor: hablamos en particular deoxitocina y vasopresina. Estas dos moléculas interactúan con otros neurotransmisores del cerebro, como la dopamina y las endorfinas, para provocar esos sentimientos de felicidad, placer y bienestar que normalmente atribuimos a nuestras relaciones románticas. Por tanto, existe un vínculo palpable entre nuestro cerebro y nuestra propensión a amar y vincularnos con los demás.
Evolución cultural y social:
Sin embargo, sería simplista examinar únicamente los aspectos biológicos de nuestra vida en pareja. De hecho, durante milenios, sociedades humanas han evolucionado generando cambios significativos en las relaciones entre los individuos y sus parejas. Así, mientras algunas culturas todavía defienden la monogamia estricta como pilar de la sociedad, otras autorizan la poligamia o son más permisivas con respecto a la infidelidad conyugal. Los modelos familiares también varían según las épocas y regiones del mundo: algunos otorgan al matrimonio una importancia fundamental, mientras que otros abandonan esta institución en favor de otras formas de convivencia y apoyo mutuo.
La psicología de las expectativas.
Además, es innegable que nuestra experiencia personal y nuestra cultura influyen en nuestras expectativas y necesidades cuando se trata de relaciones románticas. Por ejemplo, una persona que vivió en un ambiente poco amoroso podría estar buscando una relación cercana para llenar este vacío, mientras que otra que creció en un hogar muy unido podría estar buscando independencia y autonomía con su pareja. Las razones por las que queremos vivir en pareja, así como los criterios que subyacen a la elección de nuestra pareja, están también anclados en nuestra historia personal y colectiva.
Los desafíos de la pareja moderna:
En nuestra sociedad contemporánea, la vida en pareja puede enfrentarse a desafíos. nuevos desafios lo que lleva a algunas personas a cuestionar su deseo y su capacidad de vivir en una relación estable y monógama. Estas dificultades incluyen:
Presión social
Existe una norma social que dicta que un individuo debe triunfar en su carrera profesional, formar una familia y ser feliz en el amor. Este mandato hacia el éxito afecta a todas las esferas de nuestra existencia, socavando a veces nuestra confianza en nosotros mismos y nuestra satisfacción con nuestros propios logros.
El ritmo frenético de la vida
Nuestro estilo de vida occidental moderno a menudo impone un ritmo frenético, con poco tiempo libre para dedicarlo a pasatiempos y pasiones personales. Así, el estrés puede interferir en nuestras relaciones románticas, debilitando el vínculo que nos une y provocando conflictos y malentendidos.
Oportunidades de encuentro
La facilidad para encontrarnos a través de redes sociales y aplicaciones de citas también puede afectar nuestra propensión a querer mantener una relación: si una relación no nos satisface plenamente, resulta tentador buscar otra pareja en detrimento de una discusión en profundidad con nuestro actual cónyuge.
Vivir en pareja: ¿es una elección individual?
En definitiva, si la ciencia es capaz de proporcionarnos algunas claves para comprender mejor los mecanismos biológicos, psicológicos y sociales del apego, la cuestión de si estamos hechos para vivir en pareja es sobre todo una cuestión de elección individual. Cada uno debe evaluar sus propias necesidades y deseos, así como su capacidad para comprometerse y construir una vida en común con otro ser humano.
Además, conviene recordar que la soltería no es sinónimo de fracaso o infelicidad: algunas personas encuentran su realización fuera del marco tradicional, combinando amistades, pasiones y éxito profesional para llevar una existencia equilibrada y rica en experiencias.