Nadie quiere tratar con personas difíciles o tóxicas. Pero no es raro toparnos con ellos en el trabajo, en nuestro entorno o en las redes sociales. Para identificarlos mejor y gestionar sus comportamientos dañinos, le ofrecemos una visión general de los 9 rasgos de carácter generalmente presentes en estas personas. Es fundamental reconocer rápidamente estos aspectos para poder implementar las estrategias adecuadas para protegerse.
1. Egoísmo
El egoísmo es una característica común de las personas difíciles y tóxicas. El comportamiento egocéntrico dificulta la comunicación o el trabajo en equipo con estas personas. Su principal preocupación gira en torno a sus propias necesidades y deseos, sin preocuparse por las consecuencias de sus actos en los demás.
2.1 Falta de empatía
Esta falta de empatía permite que las personas tóxicas para infligir daño fácilmente a quienes los rodean. La mayoría de ellos no pueden comprender ni sentir lo que están pasando los demás. La falta de compasión puede derivar en situaciones de manipulación o abuso para satisfacer sus necesidades personales.
2. Tendencia a manipular
Las personas difíciles y tóxicas suelen utilizar métodos de manipulación para conseguir lo que quieren. Este hábito puede manifestarse a través de culpas, mentiras o promesas incumplidas, entre otras cosas. Las personas manipuladoras suelen ser buenas disimulando sus intenciones y haciendo parecer que todo es por el bien de los demás.
2.2 Culpar a los demás
Uno de los rasgos más llamativos de una persona tóxica es su capacidad para evitar reconocer sus errores y culpar a los demás de ellos. A veces hasta el absurdo, estos individuos rechazan sistemáticamente la responsabilidad de sus acciones por parte de quienes los rodean, su familia o sus colegas.
3. Críticas exacerbadas
Las personas difíciles tienden a criticar constantemente a quienes les rodean. En lugar de animar o valorar a los demás, señalan regularmente las faltas y errores de los demás. Este comportamiento es tanto más nocivo cuando se trata de críticas infundadas o exageradas, que pueden generar un clima de desconfianza y desaliento colectivo.
3.1 Desprecio y devaluación
Para reforzar su posición dominante, algunas personas tóxicas adoptan una actitud despectiva hacia quienes les rodean: comentarios hirientes, denigraciones constantes, burlas, etc.. Estos comportamientos recurrentes dañan la autoestima de las víctimas y crean un clima nocivo dentro del grupo o familia.
4. Falta de flexibilidad
Las personas difíciles y tóxicas suelen caracterizarse por su rigidez en las relaciones interpersonales, lo que imposibilita el compromiso. Generalmente son reacios a adaptarse a las necesidades de los demás, incluso en situaciones en las que sería mejor ser flexible y de mente abierta.
4.1 Voluntad de controlar
Esta intransigencia está vinculada principalmente al deseo de controlar a los individuos y las situaciones. Es probable que una persona tóxica busque constantemente imponer sus opiniones y deseos, sin tolerar las opiniones contrarias ni la autonomía de los demás miembros del grupo.
5. Resistencia al cambio
El último rasgo que define a las personas difíciles y tóxicas tiene que ver con su miedo visceral al cambio. A menudo harán cualquier cosa para mantener el status quo., incluso si eso significa rechazar oportunidades para mejorar ellos mismos o el grupo. Esta reacción puede ser una fuente de frustración y conflicto, particularmente cuando los planes establecidos no corresponden a las expectativas o necesidades de todos los actores involucrados.
En conclusión
En definitiva, las personas difíciles y tóxicas suelen poseer varios de estos rasgos de carácter: egoísmo, manipulación, crítica constante, desprecio, falta de flexibilidad y resistencia al cambio. Aprender a reconocer estos comportamientos le ayudará a comprenderlos mejor y a gestionar sus efectos nocivos en su vida diaria. En una publicación futura, discutiremos métodos de comunicación asertiva para calmar situaciones conflictivas con este tipo de personalidad.